El cliente, un empresario del espectáculo, adquirió para su residencia familiar un solar junto a un campo de golf situado a unos siete kilómetros de la Ciudad de México. El entorno de la urbanización —marcado por el estilo neocolonial de las edificaciones vecinas— no animaba a extraer claves del contexto, por lo que se optó por acometer el proyecto desde la introspección, organizando la casa alrededor de patios y estanques como los presentes en la arquitectura tradicional, que resultaban además aconsejables desde el punto de vista climático. Altas tapias de fábrica y vegetación dibujan los límites de la parcela disponible, de grandes dimensiones y planta trapezoidal, donde la edificación ocupa el tercio oeste.

Tres láminas de agua ordenan la planta de la casa, que se acoda entre los estanques en una suerte de laberinto formado por estancias rectangulares agrupadas en una secuencia espacial concatenada. Un patio cuadrado ocupado enteramente por un estanque reflectante constituye el centro de esta composición vagamente cruciforme, segregando los espacios servidores de los servidos. La biblioteca, el salón, el comedor y la cocina se suceden en planta baja en sentido contrario a las agujas del reloj, comunicándose con el nivel superior de dormitorios a través de los vacíos de doble altura que acompañan el patio y la escalera. Dos aljibes adicionales acompañan este racimo de estancias y recorridos: una bandeja de agua —visible desde la entrada— oculta parcialmente la rampa que desciende hasta el aparcamiento situado en el sótano, junto al apartamento de servicio, y una piscina triangular que se asoma al jardín principal desde el lado opuesto del camino de acceso. Los planos reflectantes mencionados constituyen además la base acuosa sobre la que parecen levitar las esculturas de piedra firmadas por Jorge Yazpik, situadas en visuales estratégicas de la vivienda.

El profuso despliegue de salas y habitaciones encuentra su contrapunto en un repertorio constructivo austero. Las pantallas de hormigón armado realizado in situ constituyen así el argumento principal de una vivienda que confía a pequeñas dosis de materiales nobles la elegancia de sus acabados. El chapado de mármol travertino empleado en el pavimento, los grandes paños de vidrio casi sin carpintería —usados en el cerramiento y en la pasarela que cruza el vacío del patio— o la madera maciza de nogal con la que se han llevado a cabo las pérgolas, pantallas y celosías matizan esta arquitectura de masas rotundas y sombras densas...[+]