En el centro histórico de Mérida, capital del estado mexicano de Yucatán, se sitúa esta vivienda que reinterpreta en clave moderna elementos de la arquitectura vernácula. La proporción de la parcela, un rectángulo de 80 metros de largo y 8 metros de ancho, se aprovecha en el proyecto generando una perspectiva longitudinal que cruza el terreno, desde la puerta de entrada hasta el punto final, donde se encuentra la piscina. Además de permitir la ventilación cruzada, esta forma evoca un sacbé, un camino recto de color blanco que los mayas construían para conectar sus ciudades más importantes. Las zonas comunes se encuentran al final del terreno, mientras el patio se ubica al comienzo para amortiguar los ruidos de la ciudad. A lo largo del recorrido doméstico se alternan huecos cubiertos de vegetación con espacios construidos. Además de paneles solares, se incorpora un sistema de reciclaje de aguas pluviales que se recogen a través de colectores esculturales. Evitando los elementos decorativos, los muros de piedra crema maya se han construido de manera tradicional al cubrir las juntas con las astillas de piedra. El hormigón visto y estructural se combina con la madera en rejilla de las puertas y ventanas.