Proyectada en colaboración con el cliente, el diseñador James Perse, esta casa se sitúa en el estado mexicano de Nayarit, en la costa del Pacífico. Una serie de pabellones independientes de poca altura —que albergan nueve habitaciones, espacios comunes, piscinas y un spa— se distribuyen por el terreno conectados entre sí por caminos en un juego de muros, columnatas, pavimentos y vegetación. De esta manera, las estancias se funden con la topografía y la flora existentes, donde el paisajismo juega un papel importante. La casa fragmentada parte de la premisa de integrarse en el contexto natural, mediante su escala reducida y la utilización de materiales (hormigón y madera) y colores que le permiten mezclarse con su entorno.