Casa en El Ferrol

Alfonso Casares 


En el norte de Galicia, el cielo, oscuro o luminoso, dista de ser transparente; tiene a menudo un color próximo al gris. Como en la iconografía tibetana de los elementos, donde el azul se reserva para otro todavía más sutil: el éter.

La casa, construida como un juego de muros lisos entre dos tapias, tiene sus superficies pintadas con resina vert-degris. Bajo el cielo cargado de El Ferrol, los muros, la cubierta de chapa y el vidrio de huecos y lucernarios toman distintos matices de un mismo color.

Se trata del pabellón para residencia del director de un enorme complejo hospitalario, en cuyo confín se ubica la casa, montada a caballo sobre una interminable tapia verde que flanquea el conjunto. En una esquina, que la casa hace suya mediante otra tapia curva que rodea literalmente un pequeño patio, se organiza un juego de espacios abiertos al paisaje. Los espacios del estar, la chimenea, las escaleras —una por dentro y otra por fuera— la cocina y el patio se funden bajo el corte oblicuo del tejado. La admiración de Casares por Le Corbusier aparece casi siempre en la traza del proyecto y en el modelado y articulación de las piezas que lo componen, así como en una cierta crudeza de los materiales empleados. La manera corbuseriana hace que el proyecto alcance un gran parecido entre el dibujo y la realidad ya que en ambos se construye con formas completas. Solamente el color introduce un matiz imprevisible; la sólida casa se diluye en el paisaje.

Alfonso Casares es arquitecto y profesor de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid... [+]