En una pequeña zona residencial de Tokio, el terreno está rodeado por dos parques conectados entre sí por un camino, lo que crea un entorno único para pasear. El proyecto busca reproducir en la casa ese agradable recorrido urbano por el parque, y propone para ello una promenade perimetral que conecta las distintas estancias hasta culminar en el jardín de la cubierta. Así, la casa está tan estrechamente vinculada con la ciudad, que los límites entre una y otra quedan desdibujados.

Como ocurre con las plazuelas y otros elementos topográficos que conforman los parques, las escaleras de la casa varían en geometría y pendiente, y sus espacios relacionados, de diferentes dimensiones, se disponen de manera que permiten conectar libremente todas las partes del edificio.

Los muros que rodean la calle están cerrados con una pantalla tensada en dos de sus lados y muros de hormigón armado en los otros dos. Los dos lados que dan a la calle están envueltos con malla metálica para reducir el límite entre los espacios privados y públicos. A su vez, esta malla, está cubierta con una enredadera para mantener el mismo ambiente que el entorno. El lado del muro de hormigón alberga las zonas más íntimas, y busca igualmente integrarse gradualmente en la ciudad.