Casa Las Cabinas

Atelier Ichiku 


Las Cabinas es quizá la casa más pequeña del mundo (o la más grande, según se mire). Fue encargada por un escritor excéntrico que quería disponer de un retiro tranquilo para los fines de semana, en pleno contacto con el exterior y sin tener que comprometerse de por vida con un paisaje concreto.

Estas singulares premisas dieron lugar a un proyecto que, además de plantear una inédita solución tipológica, propone en sí mismo una determinada manera de habitar. Como su propio nombre indica, la casa está formada por cuatro cabinas, con un ancho de 900 milímetros, un tejadillo a dos aguas, una puerta frontal con un ojo de buey y la misma altura. Estas cabinas sólo se distinguen por su profundidad, que es distinta dependiendo de los usos contenidos en cada uno de ellas: la más pequeña —con sólo 300 milímetros de profundidad— contiene el espacio justo (0,27 metros cuadrados) para un altarcillo ante el cual se puede orar cuando la cabina se abre, mostrando su interior como si de un cofre se tratase; un módulo de 600 milímetros de profundidad alberga un armario (0,54 metros cuadrados) donde se guarda la ropa de cama durante el día; la siguiente cabina tiene 900 milímetros y cobija un pequeño aseo (0,81 metros cuadrados); finalmente, la pieza más grande y ‘suntuosa’ de la casa, de 1.800 milímetros de profundidad alberga un estudio-habitación (1,62 metros cuadrados), donde el usuario puede guarecerse durante la noche o escribir durante el día. En total, 3,3 metros cuadrados.

Las cuatro cabinas se conciben como elementos de mobiliario emplazados en una sala de estar potencialmente ilimitada: el solar, el ámbito exterior donde se ubican las piezas, que puede colonizarse de manera libre por el usuario o sustituirse por otro, más natural o más urbano, dependiendo de las preferencias del momento, dado que las cabinas son fácilmente transportables. Posada hoy sobre el claro de un terreno recién cosechado, la casa quizá busque mañana otro emplazamiento distinto, otro salón infinito para habitar.