Casa Alejandro Masé, Gondomar, Pontevedra
Irisarri + Piñera 

Casa Alejandro Masé, Gondomar, Pontevedra

Irisarri + Piñera 


El proyecto ha pretendido definir varios recintos con cualidades ambientales y posibilidades de utilización diversas, alejándose de las habituales estancias de uso programado. Se ha perseguido eliminar las circulaciones mediante la colocación de las zonas complementarias en linde unas con otras. Además, se quería una casa con capacidad de mutar estacionalmente, tanto en su dimensión como en los matices sensoriales que ofrece el espacio que encierra y las áreas exteriores. Elementos capaces de articular todas estas posibilidades son el patio, que llega a formar parte del exterior por la disolución de uno de sus límites, y la galería cerrada con paneles de policarbonato y madera, que ofrece múltiples niveles de relación del habitante con su entorno y cambios sustanciales en la dimensión de la casa, según esté abierta o cerrada. La vivienda se entiende como un espacio continuo y climatizado al que se suman los espacios anejos definidos por la topografía o la vegetación. En el primero únicamente están dotadas de instalaciones algunas partes, y sólo una pieza, la del hijo veinteañero de la pareja habitante de la casa, se puede configurar y es accesible de modo independiente.

Desde fuera, la casa se define a partir de dos volúmenes: un garaje-galpón y un cuerpo para acoger el resto del programa. Entre ambos se configura al noreste un patio de verano. Los recintos primarios se construyen con gruesos muros enfoscados con tonos del lugar: en el garaje predominan los azules del sulfato de las viñas; y en la casa, el color de las arenas doradas de la excavación. Para los recintos interiores se optó por fachadas ventiladas y paneles correderos entre las habitaciones; aquéllas en madera de pino y éstos en madera y policarbonato celular. Un suelo de hormigón se extiende como pavimento único, apareciendo al exterior ‘sujeto’ y dibujado por fragmentos de maderas que son restos de la obra. En el patio central, unas grandes bandejas de hierro llenas de agua refrescan lentamente con vapor las cristaleras durante los meses de verano, al tiempo que llenan los techos de reflejos...[+]