Se trataba de construir un objeto destinado al culto, que sirviera como precedente y modelo para una serie de intervenciones en el ámbito rural vinculadas al paisaje. Desde la memoria, la capilla recupera la imagen de la ‘animita’, un objeto o pequeña construcción que marca un acontecimiento importante en un lugar (la muerte de una persona, por ejemplo) y representa el reconocimiento afectivo por parte de sus familiares; existe en esta tradición cierta dualidad entre lo pagano y lo religioso, que ha servido como primer referente a la hora de abordar el proyecto. En segundo término se recurre a la arquitectura de galpones y silos que salpica el extenso paisaje agrícola del país, en los que se conjuga la austeridad en los materiales y la economía de medios con un estricto rigor racionalista.

Desde estos planteamientos, hasta el momento se ha construido una única pieza de la serie prevista, de 55 metros cuadrados y ubicada en un camino rural de El Alamo, un sector del municipio de Florida que pertenece a su vez a Concepción, la octava región de Chile. Su volumen es el resultado de la adición de un prisma de planta triangular a uno de los lados menores de un paralelepípedo. La cubierta, a cinco aguas, se entiende como una prolongación del cuerpo inferior y no como un elemento independiente, al encontrarse perfectamente enrasada con las paredes.

Reforzando el carácter temporal y hasta cierto punto efímero del proyecto, se ha utilizado un sistema de cimentación a base de varios poyos de hormigón, que minimizan el impacto de la construcción en el paisaje. Sobre estas piezas descansa la estructura tubular, que consiste en un sistema continuo de arcos, separados entre sí metro y medio, en los que se apoya directamente la tablazón —de madera de pino radiata— que conforma las dos caras del cerramiento. Este revestimiento continuo, sumado a la ausencia de juntas de transición entre paredes y cubierta, potencia el entendimiento de la capilla como una forma arquetípica, capaz de identificarse con lo sagrado...[+]