Iglesia parroquial, Marco de Canaveses
Álvaro Siza 

Iglesia parroquial, Marco de Canaveses

Álvaro Siza 


Marco de Canaveses es un pueblo subido a lomos de una montaña, desde el cual se dominan un valle frondoso y un horizonte de colinas y nieblas. La nueva iglesia que demandaba el incremento de su población impone sobre la loma y el paisaje su volumen preciso y blanco, subido a un podio de granito ocre que configura una plaza y define, como una línea de flotación, la obra viva y muerta de la construcción, separando la iglesia de su cripta. El emplazamiento —que según el proyecto todavía espera acoger un centro comunitario y la casa del párroco— es un mirador desde el que la iglesia se asoma, acompañada por un viejo edificio de silueta racionalista en un curioso acorde.

Este mirador condiciona la orientación de la iglesia, compuesta sobre un eje tradicional, y la sitúa en un entorno con cierto carácter de abandono. La caja blanca y su peculiar modelado son otra vez la marca de fábrica del proyecto, uno de los más celebrados entre los producidos en la última década por un arquitecto unánimemente admirado. El trabajo de maqueta, el croquis ligero y el recurso a un mínimo de materiales forma parte de la inevitable autorreferencia exigida a los maestros.

La fórmula del alto cajón blanco se enriquece con el modelado en cada lado, de forma que cada pared hable de un tema distinto en el mismo lenguaje de la reducción plana y clara. Cuatro caras para un interior tradicional de iglesia de una única nave, de sección cuadrada, tan ancha como alta y escuetamente amueblada: las sillas con reclinatorio, el púlpito o la cruz diseñados por el arquitecto; y como altar un bloque hueco de mármol.

El ábside sustituye las esquinas por concavidades; este hallazgo, que refuerza interiormente la verticalidad sobre el altar, produce al exterior una forma de cruz sorprendente, ayudando a identificar el volumen como edificio religioso sin necesidad alguna de emblemas explícitos. Los pies de la iglesia retoman la forma histórica de fachada con doble torre y pórtico, apurada hasta el límite para evitar el símil, prolongando el cajón blanco en sendos volúmenes que flanquean la entrada, estilizada para ser ranura mejor que puerta y tener un empaque más ceremonial. Baptisterio y campanario son los motivos de repertorio para las dos torres. El lado del oeste se cierra y se ahueca para producir ventanas de clerestorio en una panza tensa. La pared este acaba por ceder a la tentación de las vistas y, a riesgo de competir en un gesto panteísta con el altar por la atención de los fieles, rasga una ventana horizontal a la altura de la visión, ganando en la fachada más visible un movimiento enérgico que secciona la superficie entre el granito y el blanco y corta la gravedad del muro, confiriéndole esa ligereza de las maquetas tan propia de Álvaro Siza...[+]