La parroquia de Kärsämäki, una pequeña localidad del centro de Finlandia, decidió organizar en colaboración con la universidad de Oulu un concurso para elegir el proyecto del que habría de ser su nuevo templo. Se exigía que el edificio fuese levantado con métodos tradicionales como homenaje a la primera iglesia de la comunidad, construida en el siglo XVIII, abandonada por sus dimensiones excesivamente reducidas, y demolida en 1841 tras años en estado de ruina.

El nuevo templo ocupa la misma espléndida planicie junto al río que alojaba al anterior. Comprende dos partes: un núcleo construido con troncos y un caparazón a base de tejas planas de madera de álamo. Tanto el núcleo como el caparazón siguen en planta el dibujo de dos cuadrados casi concéntricos, e incorporan entre ambos un espacio intermedio a modo de galería perimetral. El núcleo interior se dedica a la oración, y en él los fieles pueden situarse de varias formas gracias a que tanto los bancos como el altar son móviles. El corredor intermedio se utiliza para alojar la entrada, la sacristía y un almacén. Durantes el día, la luz indirecta alcanza el interior a través de una linterna de vidrio que perfora la cubierta a cuatro aguas en el centro. Se prescinde de toda iluminación artificial, de manera que son los fieles que acuden a la oración los encargados de iluminar la iglesia con farolillos fabricados de hojalata o vidrio y encendidos con velas.

La técnica constructiva, que a priori se intuía más sencilla por su condición de ‘tradicional’, hubo de ser discutida con la población, los constructores locales y numerosos diseñadores, hasta llegar a una solución adecuada. La limitación impuesta en concurso de emplear recursos y medios del siglo XVIII afectaba tanto a la construcción en sí como a la producción de los materiales, su transporte y su trabajo posterior. Los troncos para levantar la estructura de carga se trajeron en carros tirados por caballos desde los bosques de la parroquia, y se cortaron a mano o en el viejo aserradero comunal. Las piezas de madera se trabajaron con hachas, cinceles y sierras. Un tercio del entramado estructural se levantó aparte, y cuando la cimentación estuvo lista, se trasladó sobre ella y se completó hasta alcanzar la altura y forma final del edificio. La cubierta también se levantó in situ con listones de 13 x 13 centímetros, cosidos posteriormente con espigas de madera sólida. El revestimiento de la cubierta y del caparazón exterior se realizó con 50.000 tejas planas de madera de álamo bañadas en alquitrán caliente para conferirles el color negro y la protección final frente a las inclemencias del clima... [+]