Ganador del concurso celebrado en 2008, el proyecto para el centro cultural de la Fundación La Caixa en Zaragoza parte del planteamiento de un doble reto: en primer lugar crear un edificio capaz de hacer ciudad, ya sea desde su singularidad como desde los espacios públicos que genere; y en segundo lugar, que el edificio conecte al visitante con perspectivas lejanas pero que, al mismo tiempo, proporcione introspección en las salas de exposiciones.

En respuesta a ese doble objetivo, el proyecto eleva las salas para liberar con ello la planta baja y situar allí las partes más abiertas y transparentes del programa; el lobby y la tienda. La intención es generar espacio público, hacer que el parque llegue a la ciudad pasando por debajo del edificio: un espacio que por la noche se ilumina mostrando dibujos conseguidos perforando la chapa, que esconde además la estructura que soporta las salas elevadas. Un jardín semienterrado se sitúa bajo la sala para dar evacuación al auditorio, pudiéndose entender también como antesala y zona de catering al aire libre. Así, el auditorio, situado en el subsuelo y accesible desde el lobby, se conecta directamente a la ciudad a través de este jardín. Las dos salas suspendidas se enfrentan a niveles diferentes, de forma que, al salir de una de ellas, la ciudad sea visible por debajo de la otra. Las conexiones entre salas se resuelven con escaleras mecánicas y recorridos que ofrecen vistas lejanas: zonas de transición que funcionan como espacios de relajación y de descompresión entre una exposición y la siguiente. En lo más alto del edificio y con vistas sobre la ciudad se sitúan la cafetería y el restaurante. En el lado contrario, por la diferencia de niveles entre salas, se genera una terraza bar que, en continuidad con el restaurante interior, ofrece vistas hacia el meandro de Ranillas y el recinto de la Expo.

La fachada está formada por dos capas: la primera es una hoja aislante de paneles sándwich de 30 milímetros con aislamiento térmico incorporado, que se remata al interior con chapa de aluminio lacado; la segunda, separada de la anterior mediante una cámara transitable, está formada por piezas con diferentes patrones, combinados como en un puzle para definir la envolvente facetada del edificio. El dibujo final es resultado de cortar y ensamblar bandejas de aluminio plegado de 1.400 x 3.340 y 987 x 2.990 milímetros y 3 milímetros de espesor. Las bandejas se organizan en cuatro familias según su acabado y de los diferentes dibujos y grados de perforación. De este modo, si durante el día el edificio se manifiesta como una pieza opaca, durante la noche brilla como si fuese un fanal de luz.