La propuesta para la ampliación de la bodega Quinta do Vallado busca conciliar las necesidades prácticas ligadas a la producción del vino con la integración en el paisaje. Los nuevos volúmenes tratan así de establecer una relación al mismo tiempo tensa y equilibrada con los edificios existentes y la topografía, fundiéndose con la ladera sin renunciar a su condición de objeto artificial.

La intervención respeta las preexistencias y añade nuevas piezas: la sala de fermentación, la sala de barricas y la recepción. El funcionamiento por gravedad que rige esta bodega exigía una comprensión profunda de todo el proceso productivo y una gran precisión en las cotas y las condiciones climáticas de las instalaciones. La sala de barricas, en concreto, posee la masa necesaria para un correcto aislamiento térmico. Formalmente constituye un volumen prismático en el exterior y abovedado en el interior. La cámara de aire que media entre el arco de la bóveda y el muro de contención se aprovecha como espacio de ventilación y para ocultar las instalaciones. Realizadas en hormigón armado y con un acabado rugoso en el interior, las nuevas construcciones poseen fachadas exteriores de placas de pizarra bituminosa: un material local aplicado aquí de forma plenamente contemporánea.