En un contexto urbano marcado por la presencia de la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua y por la plaza elevada adyacente a la misma se sitúa este pequeño bloque residencial que agrupa cinco viviendas de diferentes tipologías y tamaños, con sus respectivos cuartos trasteros y garaje, más dos locales comerciales accesibles desde la plaza. El edificio se relaciona con la iglesia por su proximidad y por un similar tratamiento de las fachadas, tanto en el material —aplacado de piedra caliza igual que la utilizada en los entrepaños del templo— como en la proporción de los huecos. El exterior del edificio se proyecta como una superficie continua de piedra —muros y cubierta— en la que se abren huecos verticales con un ritmo alternado, de modo que la relación entre el hueco y el macizo es favorable a este último. El tamaño de los vanos hace referencia a la escala humana, y su dimensión está condicionada por el nivel de iluminación y ventilación que exige la normativa vigente. El portal dibuja un hueco de mayor tamaño y proporción igualmente vertical, que relaciona el edificio con la escala urbana de la plaza y la iglesia. La cubierta, resuelta con un forjado inclinado convencional, se reviste con el mismo aplacado de piedra caliza que la fachada, dando como resultado un volumen monolítico en el que únicamente se tallan los huecos.

Bajo rasante se encuentran los dos sótanos: el más profundo alberga cinco plazas de garaje y el situado encima de él, sendos almacenes vinculados a los locales comerciales y cinco cuartos trasteros. La planta de acceso aloja el portal y dos locales comerciales. Tipológicamente, las viviendas varían de una planta a otra: en la primera se sitúan dos viviendas de dos dormitorios; en la segunda, una única vivienda de cuatro dormitorios; en la tercera, dos dúplex de cuatro dormitorios que llegan hasta la planta bajo cubierta. En contraste con el tono luminoso de la piedra de fachada y el aluminio de las carpinterías, los alféizares y contraventanas son de tablero fenólico oscuro... [+]