Las particularidades del solar, en la confluencia de carreteras y con pendiente en varios sentidos, llevan a plantear una propuesta capaz de crear un hito urbanístico potente para la imagen de la zona. El edificio aparece como un objeto rotundo y geométrico de hormigón (de 123,50 metros de longitud por 93 de anchura y 21 de altura) manipulado volumétricamente y focalizado en un gran hueco norte que mira por encima del polígono industrial próximo. En esta geometría hermética aparecen tres grandes huecos más que lo dotan de singularidad: el hueco sur, que funciona como acceso principal; el oeste, que mira a las montañas de la isla; y el cenital que derrama luz natural en la cancha central.

En la plaza sur se genera el acceso principal a través de un gran hueco de 90 metros de luz y 12 de altura, que actúa como un enorme vomitorio absorbiendo al espectador hacia el denominado espacio-artesa: un espacio tallado en hormigón, repleto de circulaciones dirigidas y controladas de espectadores al espacio central de la cancha principal y que alberga los usos complementarios, funcionando como deambulatorio. 

El espacio que otorga la escala a todo el Arena es la gran sala central con su graderío. Concebido como una gran caja, contiene en su interior otra enorme geometría con forma de artesa —la cancha central— por lo que se establecen constantes relaciones entre ellas, con dos lecturas directas, una interior y otra exterior. La exterior representa el espacio intersticial entre la caja y la artesa, en cota 0,00, nivel de acceso, generando un deambulatorio perimetral que actúa de espacio principal, en el que se ordenan todos los tránsitos de los espectadores en el preámbulo y clausura de los eventos y, por otro lado, la lectura interior que representa la propia sala, para unos 10.000 espectadores.

En el recorrido por el espacio deambulatorio, en el que se alcanzan los grandes huecos norte-océano y sur-ciudad, aparecen de forma alterna y controlada huecos verticales de proporción 1/3 que nacen de la sustracción de un módulo de encofrado exterior del enorme bloque de hormigón, y que se refieren al heterogéneo contexto lejano y cercano, lo que explica su libre disposición, y actúan como cuadros verticales de luz que bañan el espacio. El clima canario permite dejarlos abiertos para que el aire circule libremente en todo su interior. En la esquina noroeste el potente muro vertical de hormigón se inclina bailando con la artesa-graderío para introducir luz cenital natural y obtener una atmósfera espacial tensionada mediante diagonales de hormigón y de luz que dotan a este rincón de una singularidad excepcional.