Ahora un paisaje desolado de fábricas, caserones de ladrillo y establecimientos comerciales algo más recientes, el extremo este de los Docklands será en cien años algo irreconocible. Dentro del proceso de transformación previsto, un parque recientemente inaugurado se propone como catalizador de futuros procesos urbanos y como elemento identificador del nuevo barrio. Grandes silos de harina que en su día sirvieron de fondo escénico a la película The Cement Garden presiden ahora el solar que ofrece un lugar de estancia a los vecinos y definirá en un futuro próximo las líneas y la geometría del asentamiento en ciernes.

El parque toma su nombre de Thames Barrier, el conjunto de carcasas metálicas de la planta que domina las vistas del parque desde la orilla opuesta del río Támesis. De planta aproximadamente cuadrada, el parque encuentra en el paisaje portuario de dársenas y espigones su fuente de inspiración. Un muelle verde cruza en diagonal la parcela, cortando la pradera con una franja rehundida que, protegida del viento, proporciona un microclima para plantas más delicadas. Formando un río vegetal y multicolor, una serie de plantaciones lineales se disponen en bandas a lo largo de esta zanja, que se estructura a partir de setos paralelos de tejo recortados en sucesivos perfiles ondulados. Entre estas ‘olas vegetales’ macizos de lavanda y romero aportan un color y un olor distintivo al paseo que discurre entre muros de contención formados por jaulas de tierra tapizados de tejo, en una recreación libre del kitchen garden presente en el jardín inglés. Como si se tratara de puentes sobre un río, sendas pasarelas unen las dos mitades en las que queda dividida la plataforma elevada de césped, subrayando la condición fluida que el muelle verde evoca. Tensando la forma lineal de este parque dentro del parque, una fuente anuncia la presencia del muelle verde junto al aparcamiento, mientras un pabellón conmemorativo sobre una plataforma de madera lo identifica desde el río.

Si el muelle verde es un lugar de contemplación, por contraste, la plataforma se concibe como un espacio para la acción y el movimiento, con un césped continuo que permite todo tipo de actividades deportivas; el cartel de ‘prohibido pisar el césped’ habitual en otros países se sustituye aquí por una invitación expresa y por escrito a utilizar la pradera como campo de juego. Unos pinos se disponen aleatoriamente en los bordes de la plataforma, buscando el contraste con el carácter formal del jardín rehundido y de las plantaciones regulares de abedules que señalan el encuentro del parque con el río... [+]