Concebida en el marco del proyecto más amplio de remodelación de King’s Cross en el corazón de Londres, la intervención ha consistido en la restauración y transformación de dos grandes almacenes victorianos, con dotaciones ferroviarias anejas, en un nuevo espacio público dedicado fundamentalmente a las compras. Construido en 1850 para acopiar y almacenar el carbón llegado a Londres por ferrocarril desde el norte de Inglaterra, los edificios, de dos plantas y construidos con ladrillo y hierro fundido, sirvieron más tarde para la industria ligera, así como para almacenamiento en general y, finalmente, se transformaron en clubes nocturnos antes de ser abandonados en la década de 1990.

El conjunto original, de algo más de 9.000 metros cuadrados de superficie, está formado por pabellones alargados y bajos cuya presencia, al nivel de la calle, viene definida por poderosos y ajados muros de ladrillo ornamentados con hileras corridas de balaustres de hierro colado, elemento muy característico de la arquitectura industrial del siglo XIX. El proyecto abre el espacio al público uniendo los largos viaductos de ferrocarril con el patio dispuesto entre ellos para crear un recinto central con carácter.

Con este propósito, de los dos principales pabellones, y como si se tratara de la joroba en la boa de El principito, brotan sendos cuerpos bulbosos y sin embargo elegantes, recubiertos de pizarra, que van ganando altura hasta llegar al centro del conjunto, donde se encuentran para conformar una especie de dosel cívico que cubre la plaza principal. En vez de insertar una caja con los nuevos usos en la geometría de las cubiertas de los dos volúmenes preexistentes, estas se elevan y, estirándose la una hacia la otra, acaban tocándose para conformar un nuevo piso superior que dota al edificio de un esquema más centralizado. Esta sala acristalada procura una nueva perspectiva sobre Londres, en tanto que el espacio en doble altura dispuesto debajo cobija un núcleo destinado al comercio pero que también puede dar cabida a conciertos y actuaciones.

Además de crear estos nuevos lugares, el proyecto implicó la restauración cuidadosa de los edificios victorianos, así como del patio empedrado, de suerte que pudiera conservarse su carácter histórico y al mismo tiempo adaptarlos a las nuevas necesidades comerciales y lúdicas. El resultado es un nuevo espacio público y muy dinámico en el corazón de Londres, que se ofrece a empresas conocidas, marcas emergentes y estudiantes recién graduados de la cercana Central Saint Martins Art School.