Formando parte de la aglomeración del Gran Caen, la planta siderúrgica de Unimetal era un denso amasijo de naves y vías férreas que ocupaba una superficie semejante a la que en París comprende el Museo del Louvre y el Jardín de las Tullerías, convertida entretanto en un lugar estratégico en el desarrollo de la ciudad junto al río Orle. Tras el desmantelamiento de las instalaciones en los noventa, las piezas más significativas de la factoría quedaron esparcidas sobre el extenso areal, carentes ya del tejido conectivo que las unía en un conjunto. Para recuperar su potencial paisajístico, un parque se ciñe ahora sobre el promontorio que servía de base a la fábrica, como una ciudad verde que crece sobre la antigua ciudad de acero.

El valle, la cornisa y la meseta constituyen los puntos de partida de un proyecto cuyo programa es de momento incierto. La recuperación de la ribera, el vínculo entre la ciudad, el río y la periferia de campos de cultivo se erigen así en las prioridades de la actuación, que se concibe como la definición de un pre-paisaje, una textura que cualifica el terreno y lo transforma en un telón de fondo para desarrollos futuros. La actitud casi pictórica con la que se aborda el proyecto queda de manifiesto en su estrategia principal: el uso de una geometría regular y flexible en la que las dos direcciones del plano dominan sobre la extensión de la vertical. Una retícula de cien metros de lado se superpone a la meseta, de manera que el encuentro de este dibujo con el suelo revela aspectos del terreno de otra forma olvidados. La malla mide el territorio con un paso objetivo y constante, vinculando la pequeña escala de los edificios conservados de la antigua siderúrgica —cuyas dimensiones se expresan en metros—con las distancias kilométricas del paisaje.

Los campos de una hectárea que dibuja la malla se plantan alternativamente con césped, herbáceas y árboles al tresbolillo, formando un tapiz sobre el que los edificios conservados se perciben como piezas de un museo de arqueología industrial. El elemento más espectacular, la torre de refrigeración, preside la pradera central, un vacío rectangular de 300x700 metros que con sus dimensiones renuncia a la escala perceptiva para buscar el horizonte. En contraste con la racionalidad cartesiana de este trazado, el valle que desciende hasta el río adopta el contorno orgánico de la vegetación de ribera; mediando entre ambos elementos, un paseo arbolado recorre la cornisa enmarcando las vistas de la ciudad y del paisaje parcheado de cultivos, que como el parque sobre la meseta, busca la belleza en el respeto al orden y la reiteración de la regla... [+]