En pleno centro de los campos de viñedos de Ela Ribera del Duero se alza el almacén que constituye la primera fase de los tres volúmenes que rodearán la antigua nave de elaboración de las bode-gas Martín Berdugo, conformando un patio entre ellos. Las referencias de un entorno árido y pedregoso, así como las necesidades higrotérmicas y de protección frente al soleamiento directo, derivadas de la fragilidad de los productos conservados en su interior, van a resultar determinantes para configurar la imagen final del edificio. 

La pureza geométrica del volumen deviene compleja al coronarse con seis módulos de cubiertas de inclinaciones opuestas y alternadas, recubiertas de grava, que parecen incorporar la textura del terreno circundante. El control de la incidencia solar que penetra en la nave dota al conjunto de un hermetismo defensivo frente a los factores ambientales agresivos para la conservación de los productos elaborados que se embotellan en su interior. Las fachadas se descomponen en paneles que trascienden el plano de los frentes longitudinales, sobresaliendo a modo de escudos tras los que se abren huecos rasgados que dirigen la entrada de luz, permitiendo a su vez la ventilación natural.

Este movimiento del aire se fomenta situando las aberturas dentro de un mismo módulo en alturas diferenciadas. Finalmente, las condiciones de temperatura interior se mejoran con el empleo de materiales de alta inercia térmica, como los dobles paneles de hormigón prefabricado que incluyen aislamiento integrado, con lo que se minimiza la necesidad de climatización.

Las cuatro fachadas se componen modulando estos paneles de hormigón, que combinan dos gro-sores para adaptarse a las necesidades de cada situación, además de contribuir a subrayar el efecto plástico de la irregularidad de su despiece. Mientras los frentes exteriores se ejecutan con acabado gris sin mayor tratamiento, las fachadas que configurarán el patio abierto —una vez que se hayan edificado las siguientes fases— se terminan con una pigmentación rojiza desigual, obtenida por medio de la mezcla de diferentes dosis de masas tintadas y alterada por factores difícilmente mensurables, como los cambios de temperatura, humedad y velocidad de fraguado. 

Los frentes principales se distinguen por el acabado pigmentado del hormigón, mientras las cubiertas muestran dos soluciones nítidamente diferenciadas con la grava que corona su exterior y la estructura metálica en su interior.

De esta manera se obtienen sugerentes formas que evocan los matices cromáticos de las distintas clases de vinos. Frente a la masividad de este material, la estructura que sustenta las cubiertas se resuelve por medio de cerchas, perfiles y revestimientos metálicos que transmiten al interior el contraste de una imagen industrial.