El edificio de 92 viviendas protegidas destinadas a alquiler para jóvenes que se levanta en la Plaza del Sol de Móstoles —con más de 200.000 habitantes, la segunda localidad más poblada de la Comunidad de Madrid— es resultado de un concurso restringido convocado en 2004 por el Instituto Municipal de Suelo de dicha ciudad y, tras el fin de obra, será sometido a un proceso de seguimiento y monitorización de su comportamiento energético en uso cotidiano y real. 

Las principales decisiones de proyecto inciden en tres ámbitos: la ciudad, la forma y la técnica. Respecto a la ciudad, la propuesta ganadora del concurso modificó las condiciones formales —no los parámetros numéricos— impuestas por la normativa del Plan Parcial Móstoles Sur, convirtiendo la L en un arco y reduciendo el ancho de crujía a 11 metros para lograr que todas las viviendas fuesen pasantes. Las tierras excavadas para el vaciado del garaje se reutilizaron para generar unos montículos que protegieran del ruido la planta de acceso, configurada como continuación de la plaza. Una marquesina de 8 metros protege ese espacio del exceso de radiación; bajo ella se disponen los accesos a los portales y el programa comercial. El entorno del edificio se ha urbanizado con pavimentos porosos y vegetación para reducir el efecto ‘isla de calor’. 

Por su forma, el hemiciclo sigue al sol en su movimiento diario, mensual y estacional. La envolvente de la fachada sur se concibe como un gran captador solar en invierno y un umbráculo en verano. La fachada norte, por el contrario, tiene como fin dejar pasar los vientos nocturnos en verano, proteger los corredores de circulación de los vientos fríos en invierno, permitir el paso de luz a las viviendas sin comprometer su privacidad, trabajar como barrera acústica y, finalmente componer un alzado adecuado a la escala urbana, generando ritmos a base de los cambios de color en los paneles y de la curvatura de la envolvente. Las viviendas —a las que se accede a través de un corredor orientado a norte— se sitúan, por tanto, entre dos ‘colchones’ térmicos de captación y protección. Para reforzar el carácter público, casi de equipamiento, del edificio, el volumen del hemiciclo se perfora en varios puntos, incorporando espacios colectivos abiertos a la ciudad. 

En cuanto a las soluciones técnicas, se quiso aprovechar la inercia térmica del terreno con una solución inspirada en las bodegas enterradas castellanas y las ‘glorias’ tradicionales que, traducidas a elementos constructivos actuales, se convirtieron en un sistema de intercambio aire-tierra superficial: una red de tubos soterrados conecta una galería de entrada de aire (alimentada por bocas que lo toman del exterior) con una galería de recepción desde la que el aire se lleva a dos unidades de tratamiento de aire que distribuyen e impulsan el aire hacia las viviendas, donde varias rejillas le dan salida. La extracción del aire viciado se apoya con un sistema de chimeneas solares —complementadas por un sistema de galerías-invernadero dispuestas a lo largo de la fachada Sur— que facilitan la salida del aire caliente y crean un tiro natural. Estos sistemas pasivos se complementan con otros activos, formados por una importante dotación de paneles tanto termosolares como fotovoltaicos.