Situada en el distrito de HafenCity de Hamburgo, la Elbphilharmonie ocupa un lugar destacado en el frente portuario que no era accesible para el público, pero que ahora se transformará en un nuevo enclave social y cultural para locales y visitantes. La parcela, una pequeña península triangular, albergaba un viejo edificio llamado Kaispeicher A, un antiguo almacén que permaneció en uso hasta el final del siglo pasado. Ahora, esta sólida y pesada construcción soporta la nueva Elbphilharmonie; sus robustos muros de ladrillo lo convierten en una obra radical y abstracta, una base perfecta para la filarmónica.

El nuevo edificio es una extrusión del volumen del Kaispeicher. La nueva estructura se levanta sobre el bloque de ladrillo con una planta idéntica a este, pero su parte superior e inferior contrastan con la geometría calmada del almacén: la forma ondulada de la cubierta se eleva hasta alcanzar los 110 metros en la punta de la península. La zona inferior, por su parte, es un plaza pública cubierta por grandes bóvedas de curvatura muy variable que dividen la superficie en zonas diferentes. Un arco abierto en una de las fachadas ofrece increíbles vistas del cielo y del centro de la ciudad de Hamburgo. Sobre la plaza, otros vacíos de gran profundidad abren los vestíbulos de los niveles sucesivos hacia el paisaje. Revestido con vidrio curvado y cortado de diversas formas, este volumen contrasta fuertemente con las estoicas fachadas de ladrillo situadas bajo él.

La entrada principal del edificio se ubica hacia el este, y da acceso a la plaza superior cruzando todo el Kaispeicher mediante una larga escalera mecánica. Esta entrada ofrece una experiencia espacial diferente que trata de reinventar el espíritu de las magníficas escaleras de las óperas de finales del siglo XIX. Al final de este recorrido, los visitantes llegan a la plaza elevada sobre la ciudad, encima del Kaispeicher, donde se encuentra el vestíbulo de la nueva sala de conciertos.

El diseño responde a los estándares del siglo XXI. Mientras que las ideas fundamentales de las salas filarmónicas se mantienen —localizar a la orquesta y al director en el centro del público y que la arquitectura siga la lógica de la acústica y la percepción visual—, las gradas se sitúan a una altura mayor; de manera que, junto a las paredes y los techos, forman una entidad homogénea. Elevándose en vertical casi como una carpa, la sala tiene capacidad para albergar a 2.100 personas y su forma define la estructura y la silueta de todo el volumen, estableciendo un nuevo hito urbano reconocible desde la distancia.