Como tantas localidades de la antigua Alemania del Este, Eberswalde despliega un paisaje urbano que todavía conserva las heridas de la guerra en su trama medieval, exhibiendo a la vez la arquitectura de bloques prefabricados característica del periodo socialista. La Universidad Técnica de la ciudad —fundada como Academia Forestal en 1830— se levanta junto a este centro deslavazado y ha sido sometida a la densificación prevista por el plan de ordenación del municipio, que pretende impulsar su crecimiento dentro de sus propios límites. Tras ser clausurado en 1963 por motivos políticos, este centro educativo ha tomado desde su reapertura en 1992 un nuevo impulso. El número creciente de estudiantes ha hecho necesario completar las dependencias existentes con una biblioteca y un aulario que fueron encargados al estudio por el Estado Federal de Brandenburgo.

Una serie de edificios autónomos construidos a lo largo del siglo XIX dibuja de forma difusa el perímetro del campus, dispuesto en torno a un jardín arbolado cruzado en diagonal por un arroyo. Ocupando sendas esquinas libres del recinto, los cuerpos de la biblioteca y el aulario terminan por cerrar esta plaza interior, que será colonizada como escenario de la actividad estudiantil. Las nuevas piezas retoman la heterogeneidad morfológica de las construcciones decimonónicas que caracterizan el recinto universitario. El aulario —un prisma trapezoidal de clínker marrón— recoge en su geometría oblicua la curvatura del riachuelo al que se abre la terraza del comedor universitario, ubicado en su planta baja. La biblioteca, por el contrario, es un paralelepípedo planteado como una sucesión estratificada de bandas horizontales de hormigón y vidrio. La superficie tersa formada por estos paneles se interrumpe mediante los huecos recortados en el espesor del muro, que coinciden en cada planta con el plano visual de un lector sentado.

La arquitectura intencionadamente neutra de la biblioteca es soporte de un complejo programa iconográfico, fruto de la colaboración con Thomas Ruff. El artista de Düsseldorf utiliza la sucesión de paneles de distintos materiales para estructurar las serigrafías de motivos extraídos del diario que ha ido configurando desde 1981 a partir de recortes de prensa. Prototipos de aviones que no se llevaron a cabo o escenas domésticas de padres e hijos jugando a ser dioses sobre un tren eléctrico conviven con una Venus de Lorenzo Lotto, la casa ‘am Horn’ de Gropius o una colección de escarabajos como reflejo de una visión escéptica del mundo que abarca la historia, la cultura, la política y la ciencia.[+][+]