En 1958, con veintinueve años de edad, Paulo Mendes da Rocha ganó el concurso nacional para la construcción del Gimnasio del Club Atlético Paulistano, obra que tres años más tarde sería premiada en la VI Bienal Internacional de São Paulo.

Sobre un podio rectangular, donde se sitúa el programa complementario, seis grandes soportes de hormigón dispuestos en círculo sostienen una marquesina anular. El vacío central que deja libre esta estructura se protege mediante una cubierta metálica que apoya su perímetro sobre el anillo y se ancla a los pilares mediante cables que salen radialmente desde su centro. Se trata de la combinación de dos sistemas estructurales básicos: acero para los elementos lineales que sufren los esfuerzos de tracción; y hormigón para el anillo y los soportes, que trabajan principalmente a compresión.

Desde un punto de vista urbano, el pabellón se relaciona de forma continua con su entorno inmediato, creando un espacio público situado sobre el volumen inferior que, mediante suaves rampas y escaleras, conecta la calle con los jardines privados. Esta permeabilidad también sucede entre el interior y el exterior del gimnasio debido a la elevación del anillo, que permite la continuidad visual y la libre circulación desde la plaza a las gradas.