Ganadora en el concurso de ideas celebrado en 2008, la propuesta para el nuevo auditorio de Lugo, un edificio representativo al sur del centro histórico de la ciudad y muy próximo al río Miño, planteaba el proyecto como una fachada urbana, un mirador hacia avenida de Magoi, estableciendo un juego de volúmenes con varios espacios construidos vinculados entre sí y con los exteriores, y complementados con una zona ajardinada.

El programa requerido contemplaba la construcción de dos salas —una principal y un salón de actos—, así como un aparcamiento para 160 plazas, varias salas de uso polivalente, cafetería, jardín, terraza y espacios de servicios.

Organizado en un volumen alargado dispuesto entre dos cotas —el nivel urbano de la avenida Magoi y el nivel superior de los jardines, con siete metros de desnivel—, el nuevo auditorio tiene una poderosa condición topográfica, al igual que la muralla romana que rodea el casco histórico de Lugo. Esta condición hace que sea posible utilizar la topografía a favor del proyecto y minimiza la necesaria altura de la torre escénica, configurando un perfil urbano continuo hacia la ciudad y permitiendo disponer un jardín elevado de acceso al edificio mirando a naciente, antesala verde y silenciosa del edificio.

Entre la transparencia de ambas caras se organiza el interior linealmente con una espina funcional, y las dos salas —con capacidad para 900 y 300 personas respectivamente— se apoyan sobre el perfil natural del terreno con una única pendiente, incorporando la visión de los jardines y la luz natural al fondo de los graderíos. A través del jardín se accede a las salas y, desde la avenida, al centro de exposiciones. El vestíbulo, alto y continuo, enlaza los recorridos y articula los vacíos de diferentes alturas, los cuales potencian unos espacios rotundos para el encuentro.

La cubierta de aluminio se pliega para envolver los distintos espacios, cada uno con la altura necesaria, y dibuja una cornisa quebrada que aleja el edificio de una imagen monolítica. Como una galería, unas veces traslúcida y otras transparente, la fachada de vidrio serigrafiado con distintas opacidades confiere al nuevo auditorio un carácter luminoso, y sirve para construir su cara más urbana, configurando un edificio que debe representar una institución abierta para los ciudadanos. La imagen que ofrece el conjunto es plana y continua hacia la calle, con diferentes alturas, y fragmentada en el jardín, hacia donde muestra una silueta irregular que apenas sobresale de las copas de los árboles.