Situado en Rafal, un municipio de 4.000 habitantes al sur de la provincia de Alicante, a unos 50 kilómetros de la capital, el instituto se desarrolla en una parcela de menos de 7.000 metros cuadrados, casi la mitad del estándar que establece la Comunidad Valenciana para un centro de sus dimensiones —formado por doce aulas de ESO y cuatro de BUP—. Debido al reducido tamaño de la parcela el proyecto apuesta por multiplicar las zonas libres de juegos y distribuirlas en las distintas plantas, permitiendo así acercarse al estándar de superficie de zonas libres por alumno, sin tener que aumentar el número de plantas (limitado a planta baja más dos plantas). 

La superficie libre en planta baja se fracciona en tres grandes patios deportivos —pista central, pista cubierta y trinquet (cancha para la modalidad de pelota valenciana)— y en numerosos patios pequeños situados entre las distintas aulas. Estos patios fragmentan el edificio, provocando una configuración en forma de peine hacia el interior, algo que contrasta con el aspecto rotundo y continuo que ofrece el centro desde el exterior. 

Además de los patios en planta baja, una serie de zonas libres aparecen distribuidas por el resto de plantas. Estos espacios miran directamente al gran patio central, de forma que existe una conexión visual directa entre todos ellos. Esta configuración interior en forma de peine permite que la totalidad de las aulas tengan tres fachadas, lo que mejora considerablemente su iluminación y ventilación natural, pero al mismo tiempo multiplica la superficie de fachadas exteriores. Esta multiplicación exige una economía de medios extrema; el proyecto opta así por fachadas de una única hoja, pero de gran grosor, formadas por un material barato como es el hormigón, que funciona como estructura, fachada, partición, techo... Además, este material de gran masa permite conseguir un perfecto aislamiento térmico y acústico, reduciendo al mismo tiempo los costes de mantenimiento del centro debido a su gran durabilidad. 

Exteriormente el edificio se muestra mucho más compacto, alineándose completamente con el perímetro de la parcela y dejando así la mayor superficie libre hacia el interior. Este perímetro edificado protege y aísla los espacios libres interiores del entorno inmediato, formado por viviendas adosadas, algunas de ellas situadas a menos de cinco metros de las fachadas del centro. Frente a esta proximidad el instituto se vuelve muy introvertido, volcado en su mayor parte hacia el espacio público propio, y organizando la edificación de forma que rodea totalmente los espacios libres interiores.