Situado sobre un promontorio próximo al puerto, el nuevo auditorio culmina la revitalización de una franja costera situada al oeste de la ciudad, ocupada hasta épocas recientes por naves industriales y una refinería de petróleo, y en la que ahora se emplazan el parque marítimo César Manrique y el Palmetum, cerca del recinto ferial. El objetivo del gobierno local era contar con una sede estable para la Orquesta Sinfónica de Tenerife y crear un foco de atracción cultural sobre el área. El programa fun-cional, dedicado en principio a la música clásica, la ópera y la danza, fue ampliándose para ser capaz de albergar también congresos y exposiciones.

Una inmensa cubierta de hormigón, cuya forma recuerda la de una ola a punto de romper, constituye el elemento más visible del edificio. Esta esbelta concha —constituida en realidad por dos segmentos de cono—, alcanza su cota más alta (58 me-tros) a mitad de trayectoria, estrechando su sección conforme desciende y terminando en un pico que indica la ubicación de la entrada al auditorio. La ola arranca de una plataforma de hormigón que se ex-iende sobre todo el solar, dando forma a una plaza sobreelevada con la que se resuelven las diferentes cotas de las calles perimetrales y que recibe a los espectadores a modo de vestíbulo exterior.

El conjunto cuenta con un auditorio de 1.800 plazas y una sala para música de cámara de 400. Tanto esta última sala como las dependencias anejas (servicios centrales, vestuarios y almacenes de suministros) se acomodan en el zócalo, que exteriormente se reviste con basalto, la piedra volcánica típica de las islas. La concha que aloja la sala principal, simétrica, se genera por medio de la rotación de una curva sobre la base de una elipse. La supresión de una cuña de aproximadamente quince grados en el centro del cuerpo de rotación provoca la aparición de una cresta pronunciada, que en la parte superior viene a sustentar la curva de la cubierta. El volumen del auditorio emerge flanqueado por muros tangenciales, suavemente ondulados y exteriormente revestidos con azulejo quebrado.

Si bien la administración y el auditorio están acondicionados artificialmente, el vestíbulo y las áreas de circulación se ventilan de forma natural por una corriente de aire inducida desde las estancias acristaladas ganadas entre las conchas de hormigón. Para optimizar la acústica los paneles interiores de madera adoptan formas cristalinas —que enfatizan el carácter dramático del espacio—, y en lugar del clásico telón se instaló una pantalla de lamas de aluminio que al elevarse funcionan como reflectores de sonido sobre el foso de la orquesta.