Mi descubrimiento de Grafton Architects fue en Venecia, en 2012, cerca del atrio del edificio principal de la Biennale o acaso en uno de sus pasillos laberínticos y siempre abarrotados de gente. El ‘cuerpo del delito’ fue una fotografía en color de una maqueta de madera de balsa que mostraba una megaestructura semitransparente que evocaba una suerte de banco de coral dispuesto frente (o de algún modo yuxtapuesto) a Machu Picchu. No tenía ni idea de qué podía ser aquello. Irritante en su esencialidad, pero sin dejar de ser claramente moderno, el conjunto sugería la idea de una ciudad. Esencial pero curiosamente en desacuerdo con el lema ‘Common Ground’ de aquella Biennale, la de Chipperfield —y no digamos con los ‘Fundamentals’ de la siguiente, la de Koolhaas—, esa imagen se quedó en mi mente como si fuera la nota taquigráfica de un edificio con el que había estado soñando sin llegar a figurarme su apariencia real...[+]