Le Corbusier y Loos
A pesar de la fervorosa adscripción del Esprit Nouveau a la doctrina de Loos, las posiciones de Le Corbusier y del maestro vienés llegarían, con el tiempo, a convertirse en francamente divergentes. La confluencia arranca de la común aversión hacia el Jugendstil; el desacuerdo se refiere, sin embargo, a algo tan esencial como la propia concepción de la arquitectura, ajena, según Loos, al dominio del arte y definitivamente incluida en él en el credo corbuseriano. Stanislaus Von Moos establece la distancia que les separa por el procedimiento de enfrentarlos, cada uno por su lado, a las claves de la arquitectura contemporánea.
Reducido a la más breve formulación, podría considerarse todo el Esprit Nouveau como un intento de iniciar a la élite industrial francesa en la lógica de su propia labor fabril, creando para ello la conciencia de que el «diseño artístico» no era en absoluto necesario para sus productos. La forma en que esto ha de ser entendido (no entro aquí en las implicaciones políticas de esta orientación ideológica de la vanguardia artística) fue expuesta por Le Corbusier en el artículo «Pédagogie», en el número 19 del Esprit Nouveau, un artículo que apareció en diciembre de 1923 y que, naturalmente, puede ser interpretado como una crítica a la Bauhaus (precisamente en ese momento acababa en Weimar la semana de la Bauhaus). En este artículo formula Le Corbusier una especie de ley de Darwin de la formación de los modelos industriales; es decir, esboza el desarrollo de modelos (standards) en el mundo de los artículos de consumo como un proceso que tiene como premisa la competencia de la iniciativa privada en el marco del sistema de producción, de manera análoga a como en la naturaleza (según Darwin) existe la selección de las especies «más fuertes» mediante la lucha por la supervivencia. Describe entonces lo que él entiende por la «naturaleza» del trabajo industrial con las siguientes palabras: ...[+]