Brutalismo con cara amable: así podría definirse la arquitectura que, desde hace veinte años, vienen construyendo en Irlanda, Europa y América Grafton Architects (Yvonne Farrell y Shelley McNamara), desde la Universidad Luigi Bocconi en Milán hasta el campus UTEC en Lima. Brutalista y amable es también una de sus últimas obras, el centro comunitario de la Universidad de Kingston en Londres, de cincuenta millones de libras de presupuesto y por el que han recibido este año la Medalla de Oro del RIBA. Se trata de un edificio que ajusta a un contexto urbano bastante delicado —no muy apto, por tanto, para grandes gestos— los invariantes formales, tipológicos y materiales de la obra de las Grafton: la acentuación de la estructura (en este caso, una retícula asimétrica que protege una fachada profunda y llena de intersticios); la planta libre de tradición moderna (organización en torno a un atrio central y abundancia de zonas de encuentro); la tendencia al énfasis espacial (dobles, triples, cuádruples alturas); y, finalmente, el gusto, tan contemporáneo, por la materialidad povera (el hormigón visto y el ladrillo como materiales predominantes).
