Como arquitectos, trabajamos con fragmentos de memorias, de experiencias, de olores, de atmósferas, de sueños, de palabras, de imágenes, de espacios. El viaje del proyecto implica siempre llevar este ‘equipaje’. Compartimos entre todos estos fragmentos y los examinamos para encontrar lo relevante en cada tarea, que en el fondo consiste en alimentar la memoria del futuro.
Como en las ruinas, la condición inacabada del fragmento incita al observador a figurarse lo que podría ser o podría haber sido la forma completa. Las ruinas nos inducen a imaginar el futuro tanto como el pasado. La arquitectura es un constructo que acoge la cacofonía de sensaciones de la vida cotidiana....[+]