La nueva ocupación de ruinas industriales nos pone frente a construcciones gigantescas, de dimensiones muy generosas, donde pareciera que todo puede caber, que todo puede ser y en un silencio total. Grandes volúmenes de aire y cantidades de luz natural entran por lucernarios y ventanas enormes, llenándolo todo, y nos dejan pensando en la responsabilidad de usar ese lugar sin perder las cualidades materiales y de escala que tenemos delante. Por un momento nos quedamos quietos, observando encantados, pensando cómo incorporar todo eso al futuro del lugar. El reto en reutilizar edificios industriales está precisamente ahí, en cómo no hacer desaparecer lo que heredamos, que el nuevo programa aproveche esta herencia, la gran calidad física de los elementos que la conforman, pero también los grandes espacios vacíos que hay dentro, encerrados, un tesoro que ya no existe en otras partes de la ciudad...[+]