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Patrimonio destruido en Nepal

Temor y temblor

31/05/2015


Con una intensidad de 7,8 en la escala de Richter, el terremoto del 25 de abril en Nepal emitió ondas que se percibieron en la ionosfera, y acabó con la vida de más de 8.000 personas, obligando a otras 450.000 a abandonar sus casas. Esta tragedia humana se acompañó de otra económica (se estima que el coste de la reconstrucción puede suponer más del 20% del PIB del país) y también de una tragedia cultural, pues el sismo ha afectado gravemente a los tres complejos Patrimonio de la Humanidad que atesora Nepal, y que son uno de sus mayores atractivos turísticos. Todos ellos se sitúan en el valle de Katmandú, una encrucijada de culturas, religiones y lenguas que tanto los hinduistas como los budistas consideran como uno de sus lugares más sagrados. La devastación se ha cebado con el enclave más visitado por los turistas, la plaza de Durbar en Katmandú, que contiene los palacios de la monarquía nepalí desde la Edad Media, además de valiosas tallas tántricas y templos como el Kasthamandap —construido con la madera de un solo árbol y que da nombre a la ciudad— o el de Krishna, además de la torre de Dharahara, de 1832, que, como otros muchos monumentos nepalíes, se reconstruyó tras el terremoto de 1934. También ha resultado muy dañado el templo budista de Changu Narayan, construido en el siglo ix, y el extraordinario complejo de la plaza de Bhaktapur. Es difícil aún saber si estos edificios podrán reconstruirse, pero es indudable que el temblor ha dejado un gran vacío en el imaginario de un país marcado como pocos por sus ritos y su arquitectura.

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