Actualidad 

ISIS, destrucción de Siria e Irak

Los bárbaros no esperan

31/05/2015


La brutalidad vesánica que los secuaces del Estado Islámico ejercen sobre sus prisioneros y la población de las regiones que ocupan deja en un segundo plano la que aplican sobre los restos del pasado, pero esta no es menor. El fundamento de sus destrucciones del patrimonio no es sólo la consabida iconoclastia (que impide admitir cualquier representación susceptible de idolatría), sino también la conciencia de que esos actos, ejercidos al modo de verdaderos atentados terroristas, pueden provocar en Occidente una conmoción equiparable a la que causan los asesinatos. Las agresiones se han cebado, sobre todo, con Irak, que desde la invasión del país por las tropas norteamericanas en 2003, no ha dejado de ver mermado su patrimonio. Así, al saqueo del Museo de Bagdad y la ruina de importantes yacimientos, ha seguido el vandalismo del Estado Islámico, primero expoliando y después destruyendo los vestigios asirios y los edificios cristianos de la provincia ocupada de Nínive, al norte del país. La nómina de destrucciones incluye desde las esculturas del Museo de Mosul hasta la iglesia de Mar Gorgir, pasando por las antiquísimas ciudadelas de Iosabad y Nimrud.

No menos preocupante es la situación del patrimonio en Siria, un país devastado por una interminable y caótica guerra civil, donde los «hunos y los hotros», que diría Unamuno, amenazan con arrasar lugares tan extraordinarios como la ciudad romana de Palmira, el enclave bizantino de Bosra, la fortaleza medieval de Crac de los Caballeros o el zoco de Alepo.

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