La metáfora del pliegue tuvo mucho éxito entre los arquitectos durante los años 1990, por influjo de las abstrusas tesis de Gilles Deleuze sobre el Barroco y en razón de la presunta afinidad de estas con las arquitecturas facetadas y envueltas sobre sí mismas que por entonces se estilaban. No son muchos los arquitectos que siguen trabajando con el pliegue, pero entre ellos quizá la que ha tenido más éxito recientemente ha sido Amanda Levete. Prueba de ello es el MAAT de Lisboa, del que ya dimos cuenta en el número anterior de esta revista, que ahora se acompaña de otro edificio plegado de la misma autora: la ampliación del Victoria & Albert Museum, que acaba de abrir sus puertas en Londres.
Como el de Lisboa, el proyecto de Londres trabaja con una preexistencia, pero si en el primer caso lo relevante en última instancia era la relación paisajística con el río, en el segundo lo es el respeto al edificio histórico, que fue uno de los emblemas de la época victoriana y aún sigue teniendo un lugar destacado en el imaginario de los británicos. Por ello, la intervención ha sido todo lo respetuosa que el lenguaje plegado permite: ha consistido en la creación de una nueva entrada, un nuevo espacio expositivo y, sobre todo, un patio, que es la parte más afortunada de la intervención en la medida en que permite acrisolar, sin muchos desgarros visuales, las nuevas formas y materiales en el conjunto decimonónico.