Hacia los años cincuenta se extendió por Occidente la construcción masiva de viviendas. La reconstrucción de Europa y el desarrollo económico dieron un formidable impulso al proyecto residencial. Era la vivienda para un futuro que al fin se hacía realidad y quería ser demócrata y moderna. Su programa, técnica, contenido y objetivo social habían sido definidos en el difícil tiempo de entreguerras, y su arquitectura disciplinada e industrial se había forjado bajo los auspicios de la naciente y amenazada socialdemocracia centroeuropea. Pero su lado más optimista, moderno sin ser radical, era un legado de los arquitectos del norte. Su nueva manera de ver, entender y proyectar la vivienda moderna se incluyó luego en la llamada arquitectura orgánica; y simplificada en una forma de diseño natural y táctil, acabó extendiéndose por toda Europa ya en los años cincuenta con el equívoco calificativo de ‘estilo nórdico'... [+]