Opinión 

Metal. Corazas sensibles

Justo Isasi 
30/06/2001


El metal es el material de la industria. Fundido, laminado, duro, pulido, el acero y los demás metales son como un paralelo del vidrio y como su antimateria; resistentes y opacos, pero sensibles al agua y al aire. Para dar gusto a la posmodernidad interesada en las cualidades superficiales, el vidrio perdió su transparencia, y el metal su protección. Ahora interesa el vidrio opaco y el metal atacado por el óxido. Los materiales inertes como el aluminio o inoxidables como las aleaciones de acero, que parecían obligados en fachada, dejan paso a los óxidos, las pátinas, el verdín. Esa descomposición química aproxima el metal a la madera y dota al edificio metálico de una piel sensible. En cambio, los materiales inalterables se aprecian por sus cualidades secundarias como el brillo, los reflejos, o el filo de sus planchas.

Las chapas hacen más abstractos los edificios. No son ventanas ni paredes; son planos de metal. Y las chapas que no aluden a su origen industrial ni a su montaje, sino a su grano y su pátina, aun son más abstractas; son planos de texturas preciosas. A los arquitectos modernos les parecía la chapa un poco insignificante y la ceñían con la estructura; a los posmodernos les agrada que la chapa oculte su esqueleto, que muestre, como mucho, su despiece. Pero su ideal sería como un barco: chapa sin solución de continuidad. O como una serpiente: escamas de metal...[+]


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