Nobles baldosas entre los escombros
Joan Moliner rescata de contenedores las viejas piezas de cerámica que se desechan en las reformas de casas antiguas. El anhelo de este asesor legal es que se vea como patrimonio a estas reliquias de la albañilería.
Moliner se encontró por primera vez con estas piezas de textura fría en casa de su abuela. Para cada estancia, un mosaico diferente. Él correteaba siguiendo sus formas y las dibujaba. Ya adulto, en su casa el suelo era de parqué. Sin embargo, la palpitación de esas figuras permaneció. Un día, de camino al trabajo, empujado por una fuerza invisible, se bajó de pronto de su bici al pasar frente a un saco de obras del que asomaba un bulto de baldosas. Las tuvo inertes en su casa hasta que decidió quitarles el polvo.
“Al limpiarlas, vi que detrás había una serie de letras que me hizo preguntarme: ¿qué es esto?”. Y esa interrogación le prendió el nervio por averiguar quién las había diseñado, cómo, cuándo, dónde. Encontró poco en internet; algo más en librerías de viejo, en catálogos antiguos. Son su puerta a los arquitectos, dibujantes y fábricas que elevaron a finales del XIX el diseño de la baldosa a categoría de arte. Escofet, Enric Sagnier, Antoni Gallissà. Los nombres y las fechas borbotean de la boca de este erudito autodidacta de la historia de Barcelona y de sus suelos: “A medida que vas conociendo, quieres saber más”.
Su colección es un búnker contra la pérdida de patrimonio. Si es cierto aquello de que las paredes hablan, para Moliner los suelos se van por las ramas. “Tienen más marcas. Transmiten más historias que las paredes”.
Cada nuevo modelo de baldosa con el que se topa queda registrado: fábrica y fecha de producción, calle del edificio. Las expone en dos perfiles de Instagram: en @col.lecciorajolesdebarcelona muestra las piezas sueltas; y en @rajolesdebarcelona recrea con una aplicación digital el mosaico del que un día formó parte.
El País: El hombre que rescata viejas baldosas de cerámica de los escombros de las casas antiguas