Durante catorce años, de 1993 a 2006, Luis Fernández-Galiano dirigió la sección de arquitectura de El País. Formado como arquitecto, profesor en la Universidad Politécnica de Madrid y en muchas grandes escuelas de todo el mundo, director de la prestigiosa revista Arquitectura Viva, presidente en 2000 del jurado de la novena edición de la Bienal de Venecia, este gran erudito tuvo en aquel periódico una columna semanal. Mes a mes, estación a estación, año a año, demostró su talento para un análisis de notable sutileza y amplitud de miras en el que la arquitectura —abordada desde el gozoso arte de la metáfora— aparecía como la expresión de las fuerzas políticas, económicas e históricas que determinan nuestro mundo.
Estos textos se han reunido ahora en un magnífico libro en dos volúmenes, ricamente ilustrado, y publicado con el título épico y melancólico de Años alejandrinos. Cuando el libro comienza, la moneda española se llama peseta, el avión es la forma más directa de conectar París con Londres, la Sarajevo asediada se asfixia en las cenizas de su biblioteca, los faxes escupen papeles en las oficinas del mundo entero, las Torres Gemelas, símbolo del nuevo orden capitalista y globalizado, vigilan la Estatua de la Libertad, los arquitectos desintegran los volúmenes de sus edificios al calor de eso que llaman ‘deconstrucción’. Es 1993. En otras palabras: es otro siglo.
En 2006, cuando el libro termina, el mundo es ya el que hoy vivimos: hiperconectado, paranoico, histérico. Internet, la amenaza terrorista, el cambio climático, la fama mundial de Michel Houellebecq, los rascacielos cada vez más altos que surgen en todos los sitios donde hay dinero… Nada de esto nos resulta ajeno.
Bajo el título ‘La edad del espectáculo’, el primer volumen agavilla los artículos escritos entre 1993 y 1999; el segundo, ‘Tiempo de incertidumbre’, cubre el periodo 2000-2006. La cesura entre ambos está justificada, pues coincide con la llegada del siglo XXI, y, aunque en rigor el nuevo siglo comenzó el 1 de septiembre de 2001, este tuvo como preámbulo el pánico informático provocado por el cambio de fecha del año 2000.
Tiempos de relativa prosperidad, de esperanza de paz y de progreso, impulsados por el aliento optimista del final de la Guerra Fría, ‘los años del espectáculo’ están vinculados a la aceleración de un capitalismo cada vez más desacomplejado, de una forma de inconsciencia de la cual Fernández-Galiano, como un oráculo, advierte los peligros; peligros que se materializarán —superando con creces sus temores— en el siguiente periodo.
Los protagonistas de esta epopeya —Frank Gehry, Rem Koolhaas, Santiago Calatrava, Rafael Moneo, Christian de Portzamparc, Herzog & de Meuron, Norman Foster— comparten el espacio con T.S. Eliot, Blaise Pascal, Fernando Pessoa, Gene Kelly, Gertrude Stein, Gordon Matta-Clark, Gilles Deleuze o Serguéi Eisenstein. Convencido de que la arquitectura —la madre de todas las artes, como dijo Frank Lloyd Wright— es un asunto de todos, el crítico español abre su museo imaginario para conectar mejor su disciplina con la historia, la filosofía, la política y el resto de las artes.
A cada página, surgen ideas emocionantes, comenzando en la primera columna, donde Fernández-Galiano da cuenta, en enero de 1993, de las torres inacabadas de KIO en Madrid. Utilizando la imagen de la «arquitectura rosa salmón», «la cruel arquitectura que la codicia y el cinismo ha sembrado en nuestras ciudades» —versión dura de las páginas ‘salmón’ que los periódicos dedican a la actualidad financiera—, el autor narra la historia de la bancarrota del fondo de inversión KIO, así como la quiebra del autor del edificio, Philip Johnson, padre del Estilo Internacional, pionero de la posmodernidad y maestro de la arquitectura neoyorquina de los años 1980, y de paso certifica el fin del sueño socialista. El artículo se titula ‘El declive de la rosa’, y abre la puerta a un nuevo mundo.