La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha tenido lugar en el Estadio Nacional de Japón, obra de Kengo Kuma, que presenta un sofisticado ramaje de cerchas de madera y vegetación en sus galerías.
Las celebraciones deportivas pautan de tal manera nuestra vida cotidiana que cualquier desajuste en sus calendarios, cualquier ruptura en su frecuencia previsible, se percibe como la cifra de una catástrofe. De una catástrofe como la de la covid-19, sin ir más lejos, que provocó la suspensión temporal de los Juegos Olímpicos, una competición que, en tiempos modernos, solo se ha visto interrumpida por la guerra. Ahora, pasado más de un año desde el anuncio del aplazamiento, se inaugura oficialmente el estadio olímpico, un edificio a cargo de Kengo Kuma, y que, pese a haberse terminado a tiempo y blasonar de su carácter sostenible —se trata de una inmensa cesta de madera, más allá del ‘nido de metal’ para Pekín 2008 o la ‘vasija de hormigón’ de Seúl 1988—, ha estado envuelto en una triple polémica. Primero, la de su autoría, en la medida en que fue fruto de un concurso de ideas adjudicado en primera instancia a Zaha Hadid pero que pasó a Kuma debido a la presión corporativa de los arquitectos japoneses. En segundo lugar, la de su construcción, por cuanto el proyecto ha supuesto el desmantelamiento del estadio de los Juegos de 1964, obra de un gran maestro, Kenzo Tange. Y, finalmente, la de la pertinencia del edificio y, en general, de unos Juegos que una parte importante de los japoneses rechaza por causa de la todavía hoy inquietante y amenazadora presencia del virus. Así que... suerte a Tokio.
Kengo Kuma: Estadio Nacional de Japón, Tokio
Arquitectura Viva 236: Kengo Kuma