Tras su paso por la National Gallery londinense, el Museo Thyssen reúne hasta el 18 de junio la obra de Lucian Freud, un pintor que hizo del tradicional posado con modelo —en célebres maratonianas sesiones— la piedra angular de su arte y supo desempolvar el interés del mercado por la figuración. Del propio barón Thyssen a personas anónimas de su círculo o su escandalosa retahíla de amantes, sus retratos quizá sugieran cierta profundidad psicológica —pese a que él siempre rechazó la influencia de su abuelo Sigmund—, pero, ante todo, presentan sin sentimentalismo la morbidez de la carne y la decadencia de los cuerpos.