La construcción clara

La construcción clara

Luis Fernández-Galiano 
01/05/2025


El colectivo mexicano C733 emplea la construcción clara para crear comunidad. Conectando circunstancias ciudadanas con su cultura de la contención, coordinando las condiciones cambiantes con el coste o el clima, y conjuntando sus convicciones y conceptos con la complejidad del contexto, convierten la cantidad en calidad. Este chaparrón de términos que se inician con la tercera letra del alfabeto podría hacer pensar que alguno se embosca en la capitular de su nombre, pero no es así. C remite a Cósmica, y las tres cifras adaptan las iniciales de Lógica, Eficiente y Económica, como según Eladio Dieste debería ser cualquier arquitectura pública, y como en efecto aspiran a serlo las 50 obras ejecutadas en el sexenio de López Obrador por este colectivo: 36 obras completadas en los 36 meses iniciales, y 14 más en el conjunto del Parque del Jaguar durante los tres años siguientes. Un logro admirable, que se inscribe en el empeño del Gobierno mexicano por mejorar las condiciones de vida en entornos vulnerables.

En su artículo introductorio, los cuatro integrantes de la oficina ecuatoriana Al Borde explican con tanta exactitud, elegancia y empatía este proceso que hacen esta presentación innecesaria. Permítaseme, sin embargo, subrayar la inteligencia con la que los tiempos lentos de la arquitectura han sabido adaptarse a los plazos exigentes de la política, la sensatez con la que se supo integrar elementos de replicabilidad y sistema en proyectos siempre singulares, y la responsabilidad con la que el trabajo se ha adaptado a las condiciones de los diversos emplazamientos sin renunciar a la precisión material o la calidad espacial. Su uso eficaz de recursos limitados se expresa en la concepción del conjunto de obras como un proyecto único, pero también mediante la repetición modular y la hibridación de arquitectura y estructura, una lógica constructiva que remite a Lina Bo Bardi, pero que está también presente en el ingeniero Dieste al que homenajearon con su nombre compartido, y que se expresa bien en la ubicua sección triangular.

Trabajar en estas condiciones conduce a una disolución generosa de la autoría, pero este empeño en hacer de la arquitectura una profesión de servicio, subordinada al empleo económico de los medios y al bienestar de la comunidad, no es incompatible con el humor literario de llamar a su sistema la ‘Panadería’, o de designar sus estrategias como ‘topografía, insecto, piel y paisaje’: la topografía es desde luego el modelado del terreno; el insecto, las estructuras ligeras que se apoyan sobre él; la piel, los revestimientos adaptados con cuidado a cada cultura local; y el paisaje, el entorno entendido como un ecosistema con vegetación autóctona. Este conjunto de rasgos se agrupa bajo la cúpula cósmica de su rótulo, que solo puedo entender a través de la comunión con la naturaleza y el vínculo orgánico con la comunidad, al cabo los dos pilares que soportan la dimensión ética y estética de esta utopía pragmática: una aventura colectiva que alimenta nuestra esperanza con su claridad constructiva y con su claridad comunicativa.


Etiquetas incluidas: