En el principio era el fuego: un fuego único en torno al cual se congrega la familia y se construye la casa. Cuando el hogar se multiplica y divide, la casa se fragmenta en fuegos individuales que templan los cuerpos, calientan las aguas o transforman los alimentos. Este último —el fuego culinario— inventa en torno suyo la cocina: un gabinete de alquimista, repleto de instrumentos, donde los frutos de la tierra se someten a mutaciones y cambios...
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