Si hay un lugar doméstico gobernado por la etiqueta, ése es sin duda el comedor. Los modales en la mesa constituyen apenas el catecismo infantil de una elaborada teología del alimento y su consumo. Hábitos y ritos se entrelazan para formar un tupido tejido de identidades y diferencias: las ceremonias de la comida reúnen y segregan, jerarquizan y ordenan, singularizan y difuminan, producen patrones de reconocimiento individual y social...
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