El fuego, aun encerrado en las bandejas de los braseros u oculto por el metal ardiente de la estufa, conserva intacto su atractivo arcaico. La cabaña primitiva es inseparable de la primera hoguera; no hay habitación sin combustión. Su relación es tanto funcional como simbólica: el fuego hace habitable la casa calentándola y dotándola de centro. El fuego, alma antigua del hogar, está presente en los ritos de fundación doméstica como una chispa genésica que alumbra y vivifica el cuerpo inerte de la casa...
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