Por vez primera, en una exposición dedicada a la obra de Juan Muñoz apenas se podrán ver los enigmáticos hombrecillos que resucitaron el interés por la figura humana en un momento en el que la escultura prácticamente la había dejado de lado. Así, el Centro Botín reúne hasta el 16 de octubre su producción dibujística, una constante a lo largo de su malograda trayectoria en la que relucen las mismas obsesiones de sus plúmbeas piezas tridimensionales: los deseos de historias, los recursos teatrales y las inquietantes escenas que pueblan el imaginario del maestro.