Por casualidad, el anuncio del deshielo entre Cuba y EE UU ha coincidido con el montaje de dos exposiciones que sendos centros de arte españoles dedican a la obra de Carlos Garaicoa, uno de los artistas cubanos más celebrados. Garaicoa, que desde hace una década vive en Madrid (pero que, como buen artista conceptual, manda confeccionar sus obras a un equipo de técnicos radicados en la isla), considera la arquitectura y el espacio urbano una buena oportunidad para sacar los trapos sucios de los sistemas políticos. Manipulándolos mediante montajes exquisitos o recreándolos con ironía posmoderna en cuidadas maquetas, los edificios y el espacio público se tratan en su obra como desencadenantes para la reflexión, una estrategia que Garaicoa viene adoptando desde que saltó al círculo internacional del arte, y que se advierte también en sus dos exposiciones españolas. La primera, ‘Orden aparente’, comisariada por Vicente Todolí, podrá verse hasta el 1 de marzo en la Fundación Botín de Santander; la segunda, ‘Orden inconcluso’, se presenta hasta el 8 de marzo en el Centro de Arte 2 de Mayo de Móstoles, de la mano de Agustín Pérez Rubio, Ambas conforman una especie de summa que contiene muchas de sus obras más conocidas del artista: desde las Cerámicas porno-indignadas hasta la serie Joyas de la corona, en la que se reproducen símbolos de la represión como el Pentágono o la sede de la KGB, pasando por las réplicas en oro macizo del Bundesbank y el Banco de España: una buena metáfora, sin duda, de la situación actual.