«A la hora violeta, la hora vespertina que nos lleva / a casa y devuelve el marino al hogar». Con los versos de Eliot ha regresado Juan Muñoz a su tierra setenta años después de su nacimiento, y en el que habría sido el crepúsculo de su trayectoria el Centro de Arte Dos de Mayo le ha brindado un homenaje que por vez primera ahonda más en sus orígenes que en sus conocidas figuras humanas —de ellas se ocupó otra brillante exposición que pudo verse hasta hace poco en la Sala Alcalá 31—. Pese a la ausencia de personas, los balcones, atalayas, pasamanos y dibujos de salas vacías que pueden verse hasta el 7 de enero apuntan ya muchos de los temas que le obsesionarían luego: la frontera entre realidad y representación, el juego con el espectador o el poder sugestivo del lenguaje, siempre alimentado por su pulsión poética...[+]