Se cuenta que Duiker sólo pudo conseguir permiso para construir su escuela al aire libre en el interior de un patio de manzana, de tal manera que no desentonara demasiado con la arquitectura tradicional de este acomodado barrio de Ámsterdam. Independientemente de lo que el arquitecto pudiera haber pensado sobre la condición encerrada del solar, no hay duda de que este edificio de vidrio habría sido mucho más vulnerable en otra ubicación más expuesta, a pesar de que el ruido del tráfico no era una amenaza por entonces. La obligación de levantar las viviendas sobre las alineaciones crea una dualidad entre su fachada principal, más severa, y la trasera, más informal, con jardines y balcones. Es este carácter desenfadado el que dota al conjunto que forman las viviendas y el pequeño palacio de cristal que encierra de una singular sensación de vida en comunidad…[+]