Alberto Corazón me asombró desde que lo conocí por la amplitud de miras en los horizontes profesionales sobre los que desplegaría su inquisitiva mirada, por el entusiasmo con el que, cual argonauta audaz de una creación poliédrica, asimilaba los estímulos de la cultura visual y artística para traspasar los umbrales de tierras apenas exploradas en sus facetas como diseñador gráfico u objetual, artista conceptual, editor y animador cultural, escultor, pintor o escritor de afinada pluma. Además, Alberto nunca ocultaría la ambición ni disimularía la satisfacción que le deparaban estos intercambios de papeles, el moverse cual nómada con pertinencia y osadía en direcciones paralelas o cruzadas, en los usos y usufructos de diferentes técnicas y medios expresivos...
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