Formado con Norman Foster y Richard Rogers, David Chipperfield pronto asumió que su lenguaje no era el de la expresividad tecnológica, sino el de las formas depuradas de un minimalismo que reinterpreta de una manera muy personal la herencia del clasicismo. Quizá eso explique la condición de rara avis que presenta Chipperfield en el contexto de la arquitectura británica, y el hecho de que haya encontrado en el tan austero como efervescente Berlín de la última década un escenario muy favorable para sus obras, que en muchas ocasiones han consistido en complejas intervenciones de restauración y rehabilitación, como la del celebrado Neues Museum. Ahora la nómina de sus trabajos en la capital alemana se amplía con el encargo de restaurar la Neue Nationalgalerie construida por Mies van der Rohe entre 1965 y 1968, otro buen ejemplo del clasicismo intemporal que Chipperfield tanto admira. Las obras de restauración comenzarán a lo largo de este año pero, dado el precedente del Neues Museum, cabe esperar que la respetuosa parsimonia con que el arquitecto británico acomete este tipo de encargos acabe traduciéndose en un largo proceso de final incierto, pero que probablemente será ejemplar. Mientras tanto, la vieja Galerie se despide con una instalación del propio Chipperfield, Sticks and Stones, un bosque de 144 troncos que evocan un elemento esencial de la arquitectura tan celebrado antaño como menospreciado ahora: la columna.