La digitalización ha tomado el mando, y sus efectos disolventes no dejan de sentirse en tipos arquitectónicos antaño sólidos y estables. Es el caso de las bibliotecas, cuyo sentido último de contenedores de libros ha entrado en crisis para ser sustituido por la idea de un contenedor de relaciones humanas. Y es el caso, por otro lado, de las oficinas, que, desde el punto de vista conceptual, están asediadas por el hecho insoslayable de que hoy la perspectiva del trabajador es su ordenador, y su fuente de datos e intercambios, la Red.
Consciente de este cambio de paradigma, Rem Koolhaas ha planteado proyectos interesantes que atienden al reto digital sin renunciar a la idea de que el espacio arquitectónico puede seguir siendo una garantía de ‘civilización’. Así ocurre, por ejemplo, en la Biblioteca Nacional de Doha (véase Arquitectura Viva 204); y así ocurre también en la sede de la editorial Axel Springer que se acaba de inaugurar en Berlín. Se trata de un edificio cuyo núcleo facetado evoca las formas exageradas de la Biblioteca de Seattle, pero que también establece lazos con el citado proyecto en Doha, por cuanto el programa se distribuye con rigor en una serie de plataformas escalonadas que se abren, a distintas alturas, hacia el gran argumento del edificio: su gran atrio volcado hacia la calle, símbolo cívico por excelencia.